Lenguaje Inclusivo y Astrología, otro lado de la crisis, Parte 1

Aquí hablo un poco de mis principios, de por qué me verás usando la "e" para quien no conozco, y de la hipersexualización de la infancia

Álvaro Sebastián Castro Delgado

12/3/20217 min read

Algo sincrónico a las alineaciones simbólicas del 2020 y 2021 ha sido la masificación de intentos por el lenguaje inclusivo.

Estas alineaciones incluyen el eje nodal de Cáncer Norte y Capricornio Sur, transicionando en Mayo 2020 a Géminis Norte y Sagitario Sur. Ambos ejes en ángulos importantes en diferentes etapas, a la Gran Conjunción que se venía construyendo y que se extendió entre diciembre 2019 y marzo 2020.

En simple, con Gran Conjunción o Triple Conjunción, hablo de Júpiter, Saturno y Plutón en Capricornio me refiero a la caída de las estructuras, del patriarcado.

Y digo que se viene construyendo porque Plutón está en este signo desde 2008, y estará hasta 2024 aproximadamente. Capricornio a nivel personal implica la auto-realización. La cima de la personalidad, que presupone una construcción en todos los signos desde Aries hasta Capri. Desde la raíz de su simbolismo, este signo habla de pertenecer a una sociedad, con todo lo que implica su estructura: moverse a través, y dialogar con las diferentes jerarquías construidas en ella.

¿Y cómo pertenecemos a la sociedad?

A través de maneras: que si tengo dinero, que si logré la carrera codiciada, que si tengo el paquete de 2 hijos, pareja y auto, o si me estoy dedicando a lo que me apasiona, o si me veo muy gay, mi ropa no huele bien, mis gestos son raros, mi atuendo no calza con el de mis colegas, no me visto como las mujeres de mi círculo, hablo muy fuerte o no se me escucha, mi voz es chillona, me falta tener el perfume que está de moda, escucho música rara, canto muy bonito, y/o estoy usando una imitación de Gucci y se me nota (acento de Pau li na de la Mo ra aquí). Eventualmente, todo ello puede estar en una sola persona. Y está bien. Pero existe las jerarquías, y eso fue lo que se quebró para muches, donde, las apariencias dejaron de importar, especialmente si esas maneras o apariencias no están sustentadas por un modo de vida consciente, o congruente con tu propósito. Desde allí se desprenden temas como la inequidad, por ejemplo, que se pone a la par con igualdad, pero son diferentes.

Equidad habla de oportunidades ofrecidas por igual, y ya verá quién las toma. Igualdad habla de tratar a todos por igual, con o sin derechos. En cierto punto y en ciertos círculos, hace falta una lucha tanto por equidad, como por igualdad. Y ahí es donde entra el lenguaje inclusivo, como también el quincuncio entre Capricornio-Triple-Conjuncionado-con-Astro-Esteroides hacia Géminis Nodo Norte, que termina esta semana con el eclipse de luna nueva en Sagitario (bueno, se verá como eclipse de Sol, ok?).

La lucha feminista es sincrónica a esta exaltación de energías en Capricornio, que como mencioné, viene subiendo desde 2008, con clímax en 2020. Tanto es así, que incluso el feminismo sufrió una lucha interna: Se masificó la idea de feminismos, así como también los afrofeminismos, y los transfeminismos, y se habló popularmente de feminismo decolonial, a la par del feminismo interseccional, a la vez que se comienza a visibilizar la lucha entre Feministas Radicales Trans-Excluyentes (las famosas y mal queridas TERFs, entre las cuales contamos con el influyente caso de la autora de Harry Potter). Los círculos de la palabra se volvieron también masivos, y aparecieron redes de todo tipo, hasta la Red Latinoamericana de Masculinidades, donde se intenta de manera conjunta desmontar la virilidad tóxica y etc.

Todo esto para decir que el lenguaje inclusivo tiene sus raíces en todo esto, y en algo que me parece sumamente importante, que es la desexualización, o mejor dicho la deconstrucción de la sexualización infantil por medio del lenguaje. Sí. Tal cual. Hablar con la “e” al final del adjetivo, o en los sustantivos con género a niñes, contribuye a que no tengan que decidirse por una identidad, cuando todavía elles no están psicológicamente aptos/aptes para ‘casarse’ con una identidad. Algunes usan la “x”, entonces esto queda así: “Nosotrxs lxs profesores de matemática, hemos decidido...”

La verdad es que personalmente, me parece nefasto, porque —y algo que me hizo ver @liminiyana— no pueden acceder al contenido las personas que tienen dificultades con el español, así como también las personas no videntes que usan aplicaciones codificadoras que leen en voz alta los textos en internet: ¿cómo carajos pronuncias “nosotrxs”? Tampoco sirve “nosotr@s” “Nosotres”, en cambio, incluye a la población trans, queer e intersexual, y es legible para cualquier caso. Aunque, aquí es donde aparece la persona portadora de vagina, o bien, como mencionaba hace mucho tiempo una compañera, persona biopolíticamente asignada como mujer que no se siente incluida porque no se está usando explícitamente el “nosotras”. Ni hablemos del hombre/onvre (referencia a Myriam Hernández) que apela a que también hay “nosotros”. Para el último caso, la letra “o” ha sido designada como la favorita para el plural genérico, es decir, que si tengo 40 personas en una sala, y de ellas sólo 2 son reconocibles como hombres, entonces, se la apelación es “alumnos”, “niños”, etc.

Esto es algo que venimos heredando, literal, desde antes de la creación del idioma latín. ¿Qué parte de “suelta el poder por un par de míseras décadas” o “que no mencionen a los seres con pene no te borrará de la historia, además a ti te pagan más por tener pene en tu empresa, y el 95% de historiadores siguen siendo seres con pene de todas maneras” no se entiende? Para el caso de las mujeres que no se sienten incluidas en el “alumne”, o en el “chiques”, no tengo mucho qué decir, ni creo que me compete decir más que: es bastante justo que no incluya a los binarios hombre o mujer, y aquí llego al fin al centro de mi asunto:

¿Por qué necesitamos señalar o reconocer a través del lenguaje, la sexualidad de la persona? ¿Acaso esta característica nos ha hecho seres más “empoderadas/es/os” de nuestra sexualidad? ¿Acaso ha contribuido a la tranquilidad civil: no discriminación, no abuso, no burla? ¿Alguien recuerda en el colegio un momento en el que el género a través del lenguaje, no haya sido usado de manera peyorativa en contra de una niña/niño/e que no calzaba exactamente con el ritmo de desarrollo sexual/púber del resto de compañeres en la clase?

No es mi pretensión, que el lenguaje inclusivo se viralice al punto que se convierta en el nuevo estándar. La gente es quien decide lo que le hace más sentido. Pero no ataquemos una iniciativa por tratar de incluir a una población que lo ha pasado pésimo, históricamente, ancestralmente en forma paralela a las mujeres, como es la población queer, transexual y no binaria en general. Toda esta estigmatización de jugar con juguetes de niña, o de niño, o que te pongan la camiseta usada regalada de la prima grande, siendo niño, para que te confundan en la calle y te cambien la vocal, teniendo menos de 7 años:

¿no les parece innecesaria esta estigmatización?

Porque para estigmas.. estuvo Jesucristo, se supone que se los llevó todos. Y parece que no bastó.

Díganme, qué hacemos en estos casos:

—Hola!

—Buenas tardes cómo están? Ay! qué linda hija que tenés!

—es mi hijo Matías [ríe dulce pero con firmeza]

—[se da cuenta de su error] Ay! perdón Matías que lindo que sos, hermoso! Chau!

¿Qué necesidad tiene un niñe de 5 años con que se le cambie o no una vocal al final del adjetivo o sustantivo? Llevo el problema más allá para que entiendan lo que pasa con las mascotas:

—[va pasando por la calle y mira una persona con su mascota, la saluda] mirá, qué lindo perrito que sos

—[responde seria la persona] es perrita

—ah! perdón!

¿Quién tiene el problema con el género allí? ¿la persona dueña de la perrita? Porque la perrita no le va a importar si le llamas Gustavo… ¿o qué? El problema agarra mayor fuerza, cuando pensamos que estas vocales “a” y ”o”, son usadas históricamente para un reconocimiento unívoco, es decir, yo le digo “linda” a alguien que “sé/reconozco/aprecio automáticamente/sin lugar a dudas” que es mujer/que porta vagina. Porque previamente he interpretado eso de ella. No porque yo haya verificado esta información ¿me explico bien? No es un marcador de género, es un marcador de sexo. No me gustaría que así fuera, pero así se usa. Y lo mismo ocurre con la “O”. ¿Por qué tenemos que sostener y defender un lenguaje genitalizado? Por qué, si venimos desde la lucha feminista, construyendo un uso del lenguaje respetuoso, abolicionista del piropo —o al menos del comentario físico no consensuado—, abolicionista de avergonzar corporalmente, o tratando al menos de liberarnos culturalmente de los estándares hegemónicos y tóxicos de belleza humana…

¿por qué nos cuesta entonces quitarle el sexo a la palabra? ¿Realmente tanto lo necesitamos?

Personalmente, creo que todo tipo de “mal uso” tendrá su juicio final en el consenso de una pareja, donde decidirán estar de acuerdo o no con el uso del lenguaje de un modo o de otro. Pero en la calle, mis querides, ¿necesitamos destacar la situación sexual de alguien? ¿necesitamos decirle linda a alguien que lleva falda y que apenas venimos conociendo, porque pre-asumimos que porta vagina, entonces pre-asumimos también que le va a gustar que se lo digamos? Vemos que está incómoda esa persona con nuestro comentario: ¿por qué queremos insistir en que lo reciba? ¿no era nuestra intención agradar, no más? ¿qué necesitamos hacer cuando agradamos con el lenguaje?

Es por eso que se habla incluso del abolicionismo de género. Es decir, que no se hable de identificar de hombre o mujer o intersexual, transexual o queer a nadie. En el idioma inglés, los sustantivos como “estudiante” o adjetivos como “feo” no tienen género asociado. Quiere decir que existe “clever”, y eso significa: astuta, astuto, astute. El sexo se lo lleva el pronombre (She/ella, He/él, They/elle).

En el idioma alemán, el plural genérico es femenino: quiere decir que cuando en la sala hay dos niñas –portadores de vagina–, y 20 niños –portadores de pene, y pre-asumiendo que todes se visten “según” sus genitales–, el/la/le profe dice por ejemplo: “niñas, siéntense”.

¿Cuánto tiene que pasar para que desterremos a la RAE que llevamos dentro? Se supone que admiramos las culturas europeas, el inglés y toda esa cosa… ¿y entonces? ¿qué estamos imitando?

Todo esto es sincrónico al ángulo de 150º, o quincuncio, entre Plutón en los últimos grados de Capricornio, y el Nodo Norte en Géminis, que me habla de la fractura de la estructura social y la apertura comunicacional. Dejo esto hasta aquí y seguiré en un siguiente blog haciendo un correlato al esclavismo desde la astrología.